Salvem a Pepelu

Las colas en la inauguración de la tienda del Valencia CF en la calle Colón y la fidelidad del valencianismo de pago en Mestalla silencia cualquier análisis catastrofista. Con un club descompuesto donde cuelga el cartel «en venta», y un equipo inicuo que apunta a pocas alegrías, el poble de Mestalla sigue en pie. Otro cantar es que sigue sin afrontar colectivamente el freno a la destrucción de una leyenda. Ofrendando las tradiciones locales ha sido imposible hasta el momento una protesta contundente, al estilo británico cuando alguien intentar pervertir la historia, más allá del consabido minuto 19 con el «Peter, vete ya».

La reacción en el vestuario tras las palabras de Pepelu sobre el 'caso Mir'

El enojo de la grada siempre fue paralelo a la marcha del equipo, así que daba igual la clase de marrajo que dirigiera la entidad mientras el gol y el puesto en la clasificación entonarán con la trayectoria europea del Valencia. Pero ni eso ha sido capaz de explicarle ninguno de los empleados de Meriton al propietario de Singapur. Dirán que Lim solo escucha a Lay Hoon Chan, pero la presidenta se supone que ya tiene dos másteres en el conocimiento de la afición y su entorno, por eso resulta inexplicable la falta de atención al equipo, que tras la campaña anterior y bajo la batuta de Baraja quedaba claro que, con tres buenas incorporaciones, una por línea, se podía optar a estar entre los siete primeros. Pero se ha hecho todo lo contrario, intentando vender a medio equipo para hacer caja.

Pese a que el mercado futbolístico tiende a la ralentización, Meriton ha sido de los que menos ha invertido en reforzar al equipo, tal como refleja la clasificación. Encima el parón ha sido trágico con el caso Rafa Mir, un jugador sin cabeza con el que insistió Baraja por razones de agente. Pepelu estuvo muy acertado en sus declaraciones precisamente en la apertura de la nueva tienda oficial, pero me temo que eso también ha provocado otra ruptura más en el vestuario. Al menos hay capitán. Un panorama nada propicio para saltar mañana en el Metropolitano, donde los de Simeone se hacen más fuertes aún. En espera de un milagro, la semana será muy larga hasta la visita del Girona el próximo sábado y a los tres días después de Osasuna, y luego con el viaje a San Sebastián. Un calendario tan exigente que a final de mes puede dejar el casillero de puntos tiritando. En paralelo, Lim busca desesperadamente un fondo buitre que le preste 120 millones para cobrarse su deuda, y si queda algo para reiniciar las obras del Nou Mestalla, un tema que lo aguanta todo como el cuento de Caperucita.

En marcha una multa "histórica" para Rafa Mir

El valencianismo conoce bien como está patio y solo anda escudriñando qué tres equipos son peores para transitar con tranquilidad el curso. Pasa que está difícil encontrarlos, y de momento solo asoma el Valladolid para ese trío, por lo que, en vez de mirar a los equipos habituales de las últimas temporadas, se está atento a los cruces de Espanyol, Getafe, Alavés y Celta, porque incluso el Leganés parece mejor armado que el resto pese a volver a subir este año. En circunstancias normales, la afición blanquinegra estaría en posición de combate contra la directiva, pero por aquellas cosas del paisanaje ha decidido bajar la cabeza y esperar un prodigio, mientras ofrenda noves glòries a una Liga y una Federación que hace tiempo que dejó de mirar a Valencia como la plaza futbolísticamente fuerte que era. No hay consuelo ni en la alegría que supone ver las camisetas del club que pasean los turistas por Ciutat Vella, que se la compran como si fuera un imán para la nevera.

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