Fallece Ramón Cervera, padre de dos falleras mayores de València y de la actriz Sandra Cervera

El destino no quiso ser benévolo más tiempo con Ramón Cervera. Es verdad que es la realidad que se vive en numerosos hogares, pero cuando en el mal llamado "mundillo fallero", el personaje es conocido, como es su caso, el círculo de personas a las que les afecta es mayor. Ramón se ha ido olvidando, pero él es difícil de olvidar. Tanto, como que tiene derecho a figurar en el particular Guiness de la fiesta. Él y Pilar Peris son los únicos progenitores que han sido dos veces padre de fallera mayor de València y elegidas democráticamente. 

Llegaron, se dieron a conocer, a finales de 1993 como padres de una avispada niña que pronto se hizo popular: Lorena Cervera, llamada a ser la reina infantil del año siguiente, 1994. Ya en aquel momento, los que habían entrado en su mundo preguntaban cómo eran capaces de sacar adelante un año de alta exigencia con la niña (por entonces, el cargo ya tenía unas exigencias enormes, casi profesionales) y una prole de cuatro niños. El mejor remedio fue aplicar lo que era una marca de la casa: humor y socarronería. Ese año, en la cabalgata de disfraces de la falla, Trinitat-Alboraia, los otros tres niños pasaban como almas en pena, cubiertas de harapos, pidiendo una ayuda como pequeños olvidados dentro del trajín familiar. 

Pero esto no había acabado. Ocho años después, los mismos protagonistas, las mismas caras, pero más crecidos de edad. Alba, la pequeña de las niñas, también era elegida fallera mayor infantil. La primera del Siglo XXI. 

Y Sandra, estrella televisiva

Y aún no se iban a apagar los focos en casa. Porque la del medio, Sandra, la que se autodenominaba "el kit kat", porque estaba entre dos falleras mayores de València, se convertía en un personaje habitual en la pequeña pantalla por esas dotes actorales que había evidenciado desde niña y que la convirtieron en cantante y actriz profesional. Muchos años ganándose el corazón de los telespectadores vespertinos siendo Emilia Ulloa en El Secreto de Puente Viejo. 

El destino, como queda dicho, se tornó caprichoso y la salud y la memoria de Ramón se apagaron sin previo aviso. Agravado por una enfermedad que le afectó la movilidad. Aún en 2019 participó en unas jornadas de terapia en el Museo Fallero, donde se llevaba enfermos en Alzheimer inicial para estimularlos con recuerdos. Y aún allí señalaba como "de Puche" un ninot y aún clavó la mirada emocionado en el retrato de Alba que se puede ver en las escaleras. 

El Ramón Cervera que se recordará siempre es el que recordaba. El guasón, el que era capaz de venderle una nevera a un esquimal. El avispado e inteligente, de réplica y contrarréplica rápida. 

Los amigos de Ramón, de Pili -tantos años en el equipo de Amparo Fabra y en los últimos tiempos dedicada a cuidar al amor de su vida-, Lorena, Alba, Sandra y Álvaro pueden acercarse al Tanatorio Municipal desde las once de la mañana de este martes. A las 17.15 horas habrá un oficio religioso. Para el inolvidable Ramón Cervera. El papá que siempre volvía.