Récord de eficacia: dos másters académicos y otro fallero en un año

«Pensaba que iba a ser fácil....». Y Lucía Latorre se vino arriba. Se apuntó a un máster, a otro máster y a otro más. Los dos primeros, de Psicología. «El de Psicología General Sanitaria y después el de Terapia de Pareja. El primero es, de alguna forma, para todo. Es el habilitante para ser Psicóloga Clínica y poder tratar pacientes, y el segundo es una especialización. Es un tema que en la carrera tocábamos por encima y no profundizábamos. Me interesaba y a la hora de elegir sentía como que me interesaba mucho y sabía muy poco». Hay que tirar para lo propio, para lo que le tiene que dar de comer: «Es verdad que cada vez la gente se da cuenta que necesita un psicólogo. Se va al médico, pero no al psicólogo. Me gustaría pensar que con el tiempo, las cosas van a ir cambiando y se va a naturalizar». 

Y salió todo adelante

Hemos contado dos. Faltaba el tercer máster, el de Fallas. «Si, el de ser fallera mayor. Debe ser que mi «yo» del pasado no tuvo en cuenta que iban a ser muchas cosas en un año». Pero lo de fallera mayor lo sabía. «Si. Pensaba que todo iba a ser más fácil. Pero lo hemos sacado todo adelante». Por lo que llegará fresquita a las pruebas, «con todo el estrés fuera». 

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Entre su falla y otras dos fallas

Y ha sido además fallera mayor de exigencia: de una falla de Sección Especial. Es Regnícola «porque mi abuela vive justo arriba de la falla. Mi casa es por Blasco Ibáñez, detrás del Hospital Clínico, bastante lejos, pero mi familia siempre ha vivido en esa zona y cuando nací, me apuntaron ya allí. Es curioso porque mi familia ha sido de los dos extremos del barrio: de Matías Perelló-Luis Santángel y de Almirante Cadarso». Unos por arriba y otros por abajo. O a la izquierda y a la derecha. La cuestión es que en Fallas llegan los abusos: «en marzo, los seis primos vamos a la casa de la abuela. Imagínate el lío con la indumentaria e imagínate el lío doble este año conmigo de fallera mayor».

Pero tenía ganas «porque en mi mente era el perfecto. El 24 es un número que me encanta. Soy la primera del grupo de amigas que ahora vamos una detrás de otra en «tirereta» y como en mi cabeza sólo tenía hacer un máster... bueno, me lo he buscado. He aprendido a organizarme». 

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Además, saldaba una deuda fallera consigo misma porque no fue infantil. «En esas edades me fui a Alemania, a Colonia, a estudiar, y para cuando volví ya se me había pasado la edad». ¿Un Erasmus infantil? «Me fui a cursar un año porque había estado en el Colegio Alemán. Aun podría mantener bien una conversación». 

Su madre, corte de 1987

Le queda una estación por soñar: la de, por lo menos, la corte de honor. Es verdad que en la falla de Regne faltan a la cita desde hace ya diez años. Pero, ella, en casa, lo tiene por referencias de primerísima mano. «Mi madre es Inmaculada Belenguer. Fue corte de honor en 1987». Situémonos: la de Mari Carmen Mollá. «Están muy unidas. Se reúnen prácticamente una vez al mes, han venido a verme... son todo un ejemplo». Lo tiene fácil: salir elegida y seguir esos mismos pasos.